Ya en 1982, Fisac había publicado “Carta a mis sobrinos”, donde recopilaba muchas de sus ideas, y en el mismo año “Mi estética es mi ética”, lo cual abrió una etapa reflexiva en su obra, tanto de escritos propios como de reflexiones de otros arquitectos o historiadores. Ya había publicado en 1979 Maria Cruz Morales Saro su tesis sobre “Arquitectura de Miguel Fisac”, pero otros textos van recopilando una labor hasta entonces dispersa. En 1985, publica su “Arquitectura Popular Manchega”, y en 1989 se reúne su obra en un monográfico de la colección “Documentos de Arquitectura”, y a partir de ahí su bibliografía no deja de enriquecerse con libros monográficos como el editado en 1996 por el Consejo Superior de Arquitectos o el de Francisco Arqués de la editorial Pronaos, números completos de revistas como “AV” o “Formas”, y todo tipo de estudios dedicados al análisis de obras concretas o a su faceta pictórica. También en 1996 se celebra una exposición de sus cuadros en la galería Biosca, y en 1997 una gran muestra antológica en la galería de los Nuevos Ministerios del Ministerio de Fomento.
Toda esta actividad editorial y didáctica no le aparta del ejercicio de la arquitectura, que prosigue con edificios como el que realiza en 1985 para las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, en Ciempozuelos, el edificio de oficinas de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, de 1988, en San Juan, que es otra excepción formalista en su trayectoria, esta vez motivada por un entorno de grandes edificios de escala abrumadora, lo que da lugar a una insólita macla de plantas cóncavas y convexas superpuestas con aparente aleatoriedad, o la iglesia en la urbanización Torre Güil, levantada en Murcia en 1991 con un sistema perfeccionado de encofrados flexibles realizados “in situ”. A partir de ahí prácticamente abandona la construcción hasta que un grupo de arquitectos jóvenes se ofrece para colaborar en su estudio de forma desinteresada, y de ahí surgen otras dos interesantes obras como son el centro cultural de Castilblanco de los Arroyos, en Sevilla, del año 2000, y un pabellón deportivo en Getafe, levantado en 2003 con un sistema de grandes vigas de 51m de luz que parecen flotar dejando amplias líneas de luz entre ellas, y que dan fe de esa vocación inquieta y arriesgada que no le abandonó ni en esta su última obra.
El reconocimiento que durante años le había sido escamoteado, le llegó al final con tres importantes galardones: la Medalla de Oro de la Arquitectura otorgada en 1994 por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, el premio Antonio Camuñas de Arquitectura, en 1997, y por último, el Premio Nacional de Arquitectura, que le fue comunicado el 29 de septiembre de 2003 coincidiendo con su noventa cumpleaños. Casi tres años después, el 12 de mayo de 2006 moría Miguel Fisac en su casa del “Cerro del Aire” al norte de Madrid.
© Vicente Patón-Alberto Tellería
© Fundación Fisac