Fundación Fisac | Iglesia y Centro Parroquial de Nuestra Señora de la Coronación. Vitoria
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Iglesia y Centro Parroquial de Nuestra Señora de la Coronación. Vitoria

Iglesia y Centro Parroquial de Nuestra Señora de la Coronación. Vitoria

Fecha: 1958
Dirección: C. Eulogio Serdón, s.n. / 01012 – Vitoria Ver en mapa
Estado: Integra
Accesibilidad:
Otros: tel. 945 141495

La amistad entre un joven sacerdote, Francisco Peralta Ballabriga, y el arquitecto becado en Roma, Javier Carvajal, que residía casualmente en el mismo Colegio de España, se tradujo poco después de la ordenación del religioso como obispo de Vitoria en 1955, en un encargo a este arquitecto para la construcción de cinco iglesias, que la generosidad de Carvajal con el asesoramiento del dominico José Manuel Aguilar acabó en una distribución del trabajo entre cinco equipos que finalmente se quedaron en tres: Javier Carvajal con José María García de Paredes, José Antonio Corrales con Ramón Vázquez Molezún, y Alejandro de la Sota con Miguel Fisac. Las intenciones de aquel obispo eran las de modernizar las iglesias que se deberían construir en los nuevos barrios de Vitoria, pero no sólo en el sentido arquitectónico sino también en el litúrgico, dando mayor importancia y protagonismo a la asamblea de fieles. De aquellas propuestas iniciales sólo llegaron a construirse dos: la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles por Javier Carvajal, y la de Nuestra Señora de la Coronación por Miguel Fisac, y esta resultó escogida a su vez en una interesante competición entre los proyectos de Fisac y de la Sota, pues las notables diferencias de enfoque de dos personalidades tan diferentes y tan afirmadas en un camino personal, les llevaron a presentar dos propuestas de opuesta concepción para que el obispado eligiese una, y ello sin menoscabo de la intensa amistad que en aquel momento existía entre los dos arquitectos, pues se hizo a través de un acuerdo que se mantuvo incluso en los planos de la idea ganadora de Miguel Fisac, que se entregaron en 1957 y en los que se pueden ver las dos firmas, aunque posteriormente Fisac desarrollara su propuesta en solitario. El proyecto de Alejandro de la Sota consistía en un espacio cúbico y abstracto, en parte cerrado por paredes de piedra y acristalado en los planos del altar y de la cubierta, mientras que el de Miguel Fisac era la culminación de un camino perseguido paso a paso desde que en 1953 proyectase para la iglesia del instituto de El Ejido, en Málaga, un espacio convergente hacia el altar que se obtenía al dividir un espacio rectangular mediante una diagonal, para obtener una iglesia y un auditorio, ambos de planta trapezoidal, y con la característica de que el muro derecho que cerraba la iglesia se curvaba en la cabecera hacia la izquierda y se separaba del muro izquierdo dejando una abertura vertical por la que se deslizaba la luz hacia el altar. En 1956 vuelve a manejar parecidos criterios en el concurso para la iglesia de san Florián en Viena, si bien la iglesia predomina claramente en tamaño frente al reducido trapecio del auditorio. Más tarde, en 1957, y casi simultáneamente con la iglesia de Vitoria sigue desarrollando propuestas parecidas en la iglesia de Ayamonte, en Huelva, y en Madrid en la iglesia para el barrio del Zofío, e incluso en 1958 sintetiza todavía más el modelo en una pequeña iglesia que realiza en la finca de los señores Raventós, en Huesca. En principio, el programa del conjunto parroquial era más extenso y se desarrollaba en torno a un patio porticado en uno de cuyos extremos está la iglesia y en el otro un auditorio, y así es como se entrega en los documentos firmados por los dos arquitectos, pero en 1958, cuando Fisac ya trabaja sólo, va variando la planta a partir de modificaciones sobre paralelepípedos que se redondean o cortan en alguno de sus vértices hasta finalizar en un dibujo de curvas explícitamente orgánico. En paralelo va trabajando con la sección, y retoca y modifica varias veces las geometrías de la cubierta, siempre con un sentido ascensional hacia el altar, en principio dando entrada a la luz cenital sobre el altar, para finalmente confiar toda la entrada de luz al lateral derecho. El afán de Fisac por dotar de fuerte contenido espiritual a un espacio que él considera “un trozo de aire sagrado”, le lleva a una idea de espacio dinámico que sugiera movimientos de giro y elevación hacia una luz de fuerte contenido simbólico, como forma de trascender los límites materiales de lo terreno. Y encuentra la forma de hacerlo con gran sentido escenográfico en la oposición de los dos muros que cierran la nave: el derecho, que él denomina muro estático es recto, denso y matérico, compuesto por sillarejos de piedra caliza, y sólo horadado por unas incisiones verticales al tresbolillo por las que entra la luz, mientras que el izquierdo –muro dinámico- se convierte en un paño envolvente que recoge con su curvatura tanto el coro como la nave y el altar, sobrepasando el final del otro muro para dejar abierta una boca vertical de luz hacia el altar. A su vez el tratamiento interior de esa superficie se hace en un enfoscado pintado de blanco y sin la presencia de ventanas u otros accidentes que puedan distraer del objetivo principal. El techo sigue una directriz ascendente curva y sinuosa que alcanza su cénit sobre el altar y desciende ligeramente después, así como el suelo tiene una pendiente en subida hacia las gradas sobre las que se levanta el altar, que refuerza todos los efectos direccionales. A ese resultado llega Fisac tras innumerables bocetos en los que se aprecian significativos cambios, tanto del muro izquierdo como de la planta general del conjunto, que prescinde del claustro y el auditorio para ampliar la nave hasta 700 personas, como en la forma de incluir el baptisterio a la derecha de la entrada, con la capilla sacramental colocada inmediatamente detrás, o en la discreción con que se adosan los espacios de sacristía y la habitación de imágenes y servicios en el lateral derecho, sin apenas significación en el conjunto. La construcción se realiza finalmente mediante muros de 40cm de espesor en piedra y hormigón, y la cubierta con cerchas metálicas revestidas exteriormente con bandejas de aluminio que se dejan vistas e interiormente con un falso techo colgante y curvado de madera de fresno. Como contrapunto al rotundo y horizontal volumen de piedra de la nave destaca una torre formada por cuatro pilares de hormigón que sólo se conectan en su cima por un remate escultórico de tubos de acero curvados que es a su vez el soporte de la cruz. Esta obra es considerada por los estudiosos de Fisac como el cierre de su primera etapa, en la que construye principalmente con ladrillo y piedra, y en la que desarrolla sus conceptos de la arquitectura orgánica y los espacios dinámicos, y aunque fue vista con cierto sentido crítico por los arquitectos de su momento, está valorada en la actualidad como una de sus principales creaciones y de las primeras que le lanzaron a la fama internacional junto con la iglesia de los Dominicos en Alcobendas. La fuerza dramática de su espacio se mantiene intacta si bien en el exterior no se siguieron las recomendaciones que dio el arquitecto para no hacer construcciones superiores a las tres plantas en el entorno, y hoy la iglesia se aprecia encajonada entre edificios de altura excesiva. Como en otras obras de esta etapa, Fisac incorpora a la arquitectura la obra de los artistas, en este caso mediante las vidrieras de Francisco Farreras, y un abstracto via crucis de Pablo Serrano también autor del crucifijo de nogal que con tanto acierto recorta su estilizada silueta sobre el ábside vibrante de luz indirecta y que se sustenta del mismo modo que la cruz de Alcobendas, mediante hilos de metal que van de suelo a techo, pero aquí la imagen destacada sobre el fondo adquiere una especial cualidad mística que además refuerzan el bloque de mármol del altar y los candeleros cilíndricos clavados directamente sobre el suelo.
© del texto Vicente Patón-Alberto Tellería
© de los planos y fotos de época Fundación Fisac Albrecht Schommer. Albert Schommer
 
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